Sobre mí
Mi nombre completo es Susana Benito Pó, profesionalmente elegí acortarlo en Susana Pó, con acento en la O como mi apellido materno. Soy terapeuta y escritora aunque no siempre ha sido así. Me he formado y dedicado a un diverso y variopinto abanico de disciplinas en mi vida. Antes pensaba que lo mío era una tara pero hace un tiempo descubrí que esta era una cualidad que tenemos algunas personas llamada multipotencialidad.
Esta capacidad nos permite desarrollar habilidades para adquirir talento en múltiples intereses. Nuestra curiosidad nos lleva a aprender e investigar de manera rápida, flexible y profunda en diferentes disciplinas y a embarcarnos en múltiples proyectos.
Somos personas transversales en nuestros conocimientos, capaces de encontrar soluciones muy creativas a problemas diversos. Dicen que el futuro es nuestro frente a la hiper especialización que ha caracterizado la era que estamos trascendiendo.
Esta capacidad me ha llevado a estudiar y desarrollar diversas terapias y técnicas que combinadas abordan y atienden el equilibrio e integración de los cinco cuerpos que conforman nuestro SER. Mi propósito con ambas facetas –terapeuta y escritora- es acompañar al ser humano, individual y colectivamente en su autoconocimiento, crecimiento y evolución.
Nací en Zaragoza en 1964 y de pequeña soñaba con ser Lola Flores o Pinito de Oro. Mis padres se tranquilizaron cuando decidí estudiar Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y especializarme en Restauración y Conservación de obras de Arte. Descubrí que trabajar a solas con un cuadro no era lo mío y además lo que yo quería era ver mundo. Emigré a Suiza para trabajar como restauradora de pintura mural. Inesperadamente a los pocos meses me subía a un escenario como actriz de teatro y realizaba uno de mis sueños.
Comencé a llevar una doble vida, durante el día trabajaba en los andamios y al caer la noche hacía parte de La Colline Theâtre. Restauré y realicé estudios de conservación de los monumentos más emblemáticos en Ginebra y París y gocé interpretando a reinas, gitanas, cortesanas, puritanas y prostitutas. Este binomio me permitió tener experiencias tan increíbles como tomarme un vino a escondidas viendo el atardecer desde la Cúpula de los Inválidos en Paris o saludar como Isabel la Católica con el público en pie.
Todavía estábamos en los noventa pero estar en Suiza también me permitió interesarme y estudiar disciplinas alternativas nada conocidas en España como la kinesiología holística y diversas terapias energéticas.
Ocho años depués decidí dejar el trabajo como restauradora para dedicarme únicamente a mi pasión. El trampolín que iba a permitirme dar ese salto era interpretar a Estela Ramirez en “El acompañante” de Chocrón. Tras cuatro meses de ensayos en Granada el director sufrió un ataque de corazón, el teatro quebró y mis ahorros se esfumaron. Volví a Ginebra para pedir trabajo a mi antiguo jefe.
Durante dos años me consolé a base de un buen sueldo en francos suizos, una semana laboral de cuatro días y un pacto de dos meses de vacaciones que aproveché para viajar a Nueva York con la idea de especializarme en Restauración de Arte Contemporáneo o realizar un Master en Gestión Cultural. Tenía 33 años, soñaba con formar una familia numerosa y la Gran Manzana se me hizo grande, así que una vez más volví a Suiza para trabajar en el pórtico policromado de la Catedral de Lausanne. Mi cuerpo se hartó de los productos tóxicos y de mis miedos y desarrolló un cáncer linfático. El pronóstico fue tres meses de vida o un tratamiento tan fulminante como novedoso de autotrasplante de médula, quimioterapia y radioterapia del que, si salía, lo haría estéril. La enfermedad me regaló muchas cosas entre ellas: iniciarme en la meditación.
Tras el tratamiento en España y la recuperación en Ginebra, escribí mucho, hice cursos, construí un chalet suizo según las técnicas y tipología tradicionales y soñé con abrir un hotelito en la costa de Cádiz. Un pequeño trabajo como modelo de sombreros me llevo a dirigir una empresa de sombreros para moda, espectáculos y cine. Luc Besson, la ópera de Ginebra, Holliday On Ice, el Ballet de Montecarlo y otros muchos eran nuestros clientes.
En el verano del 2000 acompañé a mi mejor amigo a casarse a Senegal con una pequeña cámara de vídeo. De ahí salió mi primer corto documental “La boda”, exhibido en el festival Docúpolis de Barcelona en la Muestra de Cine realizado por mujeres y algún festival internacional. Con su realización se me quedó dentro el gusano del documental.
La ruptura con mi pareja después de 14 años me devolvió definitivamente a Barcelona, ávida de sol y nuevos aprendizajes para realizar un Máster en “Arquitectura, Arte y Espacio Efímeros” que me permitió reconectar con mi creatividad. Al finalizarlo viajé por Nepal e India y traté de realizar un segundo proyecto documental en Kazajastán. Un fracaso del que aprendí mucho.
Realicé varios proyectos artísticos como artista audiovisual y de performance mientras trabajaba haciendo maquetas de arquitectura. Un segundo viaje a la India con una cámara en una mano y una historia de amor imposible en la otra dio un giro inesperado a mi vida. Volví con el corazón roto y un milagro en mi vientre. Comprendí, al quedarme embarazada contra todo pronóstico, el poder de cambiar nuestras creencias mentales. Comencé a estudiar y a leer sobre Programación Neurolingüística mientras rehacía el nidito de 38 mts sin ascensor y vista al mar que sería nuestra casa.
Dedicada en solitario a la crianza de mi hijo trabajaba en lo que podía y me formaba: agente inmobiliario, traductora, escritora de artículos periodísticos que otros firmaban, producción y realización de los diferentes cursos de terapias en los me formaba como: Reiki, Masaje Ayurvédico y Cráneosacral con Regina Kinzer, mentora y maestra a quien había conocido en India.
Al cumplir dos años mi hijo comenzó la guardería y yo volví a la Universidad para cursar el Máster en Documental de Creación en la Pompeu i Fabra. Cuando el personaje principal de mi película no quiso seguir adelante entré como productora en el proyecto de una de mis compañeras. Cuatro años de trabajo culminaron con el estreno en la Berlinale sección Panorama de la película “Cuchillo de Palo” de Renate Costa. Que recorrió y triunfó en los principales festivales de documental del mundo.
Estuve trabajando durante un año más en la producción de cine documental hasta que finalmente decidí dedicarme a lo que realmente sentía era mi propósito: acompañar a otros seres en su crecimiento y desarrollo personal. Durante los dos años que estuve formándome como terapeuta en Kinesiólogía Holística seguí ampliando mi paleta profesional, convertida en interiorista de bares y restaurantes y aprovisionando a los yates de lujo de la costa azul. A esta formación se siguieron y se siguen sumando diferentes técnicas técnicas y terapias como: Bioneuroemoción, Biodescodificación, Astrología, Eneagrama, Diferentes tipos de meditación y respiración, Psicología integrativa, Visión Intuitiva…
A finales de 2019, cansada de compartir espacios para atender a mis pacientes diseñé e invertí todos mis ahorros, y algo más, en un maravilloso espacio donde poder realizar mi actividad como terapeuta, escribir y acompañar a otras mujeres en el desarrollo de sus sueños y proyectos. 2020 debía ser un año de arranque. El 12 de marzo acababan de ponerme las últimas estanterías de la “Sala de Juntas” y el 15 los confinamientos comenzaron. Me vi obligada a suspender las terapias y el acompañamiento de modo presencial.
A partir de entonces las terapias on line se multiplicaron y comenzó a germinar en mí la idea de escribir un libro. Si quieres saber más de mí te invito a descubrirlo en mi libro “El Brillo de los ojos no se Opera”.